Editorial

[Editorial]

Osvaldo Reyes1

1. Editor en Jefe.

Published: 2019-07-26

Abstract

Las revistas científicas son una de las herramientas que permiten la difusión del conocimiento científico en el mundo moderno.  En una época donde un descubrimiento importante puede llegar a miles de personas con la presión de un botón, esto podría  parecer una gran ventaja. Sin embargo, la capacidad de enviar un artículo o dar una opinión experta en el mundo digital es un  arma de doble filo. Así como se puede incentivar el conocimiento y mejorar la calidad de atención, se puede causar mucho  daño. Una noticia falsa, una sugerencia mal sustentada, pero bien presentada, puede ser aceptada por un volumen mayúsculo  de personas y no hay nada más difícil de cambiar que una opinión arraigada en creencias personales, sustentada por un  “artículo científico”. 

En 1988 la prestigiosa revista Lancet publicó un artículo titulado  “Ileal­lymphoid­nodular hyperplasia, non­specific colitis, and  pervasive developmental disorder in children” , donde los autores aducían una relación causal entre el uso de la vacuna MMR y  el desarrollo de autismo en niños previamente sanos. Este artículo, reconocido en los anales de la investigación científica debi­ do a las repercusiones que generó en todo el mundo, fue posteriormente retirado por los editores al descubrirse que la informa­ ción presentada no era cierta, que los autores citados no habían participado en la investigación y que todo el fiasco era fruto de  una sola mente. Al responsable, el señor Andrew Wakefield, se le retiró la licencia para practicar la medicina, pero el daño cau­ sado a los programas públicos de vacunación se siente todavía hoy en día. Las consecuencias, cientos de niños enfermos o  muertos como consecuencia de enfermedades que estaban controladas y que deberían seguir estándolo, de no ser por “inves­ tigaciones” como la descrita.

Ese artículo es usado como herramienta de defensa por los grupos anti vacunas y es difundido por redes sociales como un vi­ rus, esperando encontrar mentes ávidas de una explicación para los males que aquejan a sus seres queridos. Echarle la culpa  a una medicina es más fácil que aceptar que hay condiciones que son multifactoriales y que, algunas veces, los desenlaces ad­ versos no pueden ser prevenidos, por más que quisiéramos que así fuera. 

A pesar de que el artículo fue publicado en una revista científica de alto impacto, a pesar de que pasó el proceso de revisión de  pares, una investigación fraudulenta fue publicada. La publicación en una revista científica no garantiza la calidad de la investi­ gación, pero es un filtro que reduce las posibilidades de un resultado sorpresivo. Es trabajo de los lectores, al leer un artículo,  revisarlo de manera crítica, no aceptarlo simplemente porque está impreso en un papel, cuestionar la metodología y discutirlo  con otras mentes inquisitivas. Si es un hallazgo que va en contra de lo estándares del momento, no cambiar solo porque al­ guien sugiere que debe hacerlo. La reproducibilidad de la investigación es un pilar fundamental del método científico. Todo ha­ llazgo debe ser evaluado en su adecuado contexto y, si todavía tiene dudas, siempre puede repetir el estudio por su cuenta y  publicarlo.

Dr. Osvaldo Reyes
Editor en Jefe
Revista FECASOG


Abstract

Las revistas científicas son una de las herramientas que permiten la difusión del conocimiento científico en el mundo moderno.  En una época donde un descubrimiento importante puede llegar a miles de personas con la presión de un botón, esto podría  parecer una gran ventaja. Sin embargo, la capacidad de enviar un artículo o dar una opinión experta en el mundo digital es un  arma de doble filo. Así como se puede incentivar el conocimiento y mejorar la calidad de atención, se puede causar mucho  daño. Una noticia falsa, una sugerencia mal sustentada, pero bien presentada, puede ser aceptada por un volumen mayúsculo  de personas y no hay nada más difícil de cambiar que una opinión arraigada en creencias personales, sustentada por un  “artículo científico”. 

En 1988 la prestigiosa revista Lancet publicó un artículo titulado  “Ileal­lymphoid­nodular hyperplasia, non­specific colitis, and  pervasive developmental disorder in children” , donde los autores aducían una relación causal entre el uso de la vacuna MMR y  el desarrollo de autismo en niños previamente sanos. Este artículo, reconocido en los anales de la investigación científica debi­ do a las repercusiones que generó en todo el mundo, fue posteriormente retirado por los editores al descubrirse que la informa­ ción presentada no era cierta, que los autores citados no habían participado en la investigación y que todo el fiasco era fruto de  una sola mente. Al responsable, el señor Andrew Wakefield, se le retiró la licencia para practicar la medicina, pero el daño cau­ sado a los programas públicos de vacunación se siente todavía hoy en día. Las consecuencias, cientos de niños enfermos o  muertos como consecuencia de enfermedades que estaban controladas y que deberían seguir estándolo, de no ser por “inves­ tigaciones” como la descrita.

Ese artículo es usado como herramienta de defensa por los grupos anti vacunas y es difundido por redes sociales como un vi­ rus, esperando encontrar mentes ávidas de una explicación para los males que aquejan a sus seres queridos. Echarle la culpa  a una medicina es más fácil que aceptar que hay condiciones que son multifactoriales y que, algunas veces, los desenlaces ad­ versos no pueden ser prevenidos, por más que quisiéramos que así fuera. 

A pesar de que el artículo fue publicado en una revista científica de alto impacto, a pesar de que pasó el proceso de revisión de  pares, una investigación fraudulenta fue publicada. La publicación en una revista científica no garantiza la calidad de la investi­ gación, pero es un filtro que reduce las posibilidades de un resultado sorpresivo. Es trabajo de los lectores, al leer un artículo,  revisarlo de manera crítica, no aceptarlo simplemente porque está impreso en un papel, cuestionar la metodología y discutirlo  con otras mentes inquisitivas. Si es un hallazgo que va en contra de lo estándares del momento, no cambiar solo porque al­ guien sugiere que debe hacerlo. La reproducibilidad de la investigación es un pilar fundamental del método científico. Todo ha­ llazgo debe ser evaluado en su adecuado contexto y, si todavía tiene dudas, siempre puede repetir el estudio por su cuenta y  publicarlo.

Dr. Osvaldo Reyes
Editor en Jefe
Revista FECASOG

×